jueves, 6 de septiembre de 2012

OBY en Managua





La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuginos de televisión. 


Joaquín Sabina 

Día tras noche caritas indescifrables, códigos secretos o simplemente construcciones lúdicas apropiándose de los objetos de la ciudad, aparecen en los buses y calles de Managua, las mismas que me llenaron de curiosidad. Muchos espectadores son inmunes a estos mensajes, otros en cambio, se muestran confusos e intrigados ante la intrusión visual en su vida cotidiana. Me costaba un poco apreciar su trabajo sin imaginarme al personaje detrás de la carita que veía salir en la ciudad. Insistente en su repetición en cada bus de Managua, sin embargo no parecía ser infinita, pero lo suficientemente significativa para generar interés: el mío. Sus apropiaciones proceden de la iconografía pop Latinoamericana (Chespirito y Don Ramón son los personajes más representados en su repertorio) bifurcándola hacia la cotidianidad de la jerga nica y el interés en su propia huella. 

Desde mediados de los 90 el término street art o, de forma más específica, Post-Graffiti se utiliza para describir el trabajo de un conjunto heterogéneo de artistas alrededor del mundo que han desarrollado un modo de expresión artística en las calles mediante el uso de diversas técnicas (plantillas, posters, pegatinas, murales....), que se alejan del famoso grafiti. Los grafitis tradicionales, los vinculados a la cultura hip hop, han seguido evolucionando, a veces influidos por el post-grafiti/arte callejero, a veces con total independencia. 

Aunque existen precedentes, a partir de finales de los años ochenta y en especial en los años noventa se fueron adoptando nuevas técnicas como la aplicación de aerosol con plantillas, y el pegado de carteles y pegatinas. Así parte del trabajo artístico se hacía en casa o en el taller. Luego, en la calle, el trabajo se hacía más rápido, reduciendo el tiempo que el artista está expuesto a ser detectado. Oby no escapa a esta dinámica. Oby nos plantea la idea de marcar territorios desde los signos con el pensamiento lateral: A solas soy nadie en la calle alguien.

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