viernes, 28 de mayo de 2010

El imaginario encriptado


Lo que pasa con la gente melancólica es que se han adentrado en una tierra incógnita. Casi siempre me ha llamado la atención cuando tengo oportunidad de interactuar con espectadores de arte contemporáneo y casi siempre la mayoría me manifiesta que si bien es cierto la exhibición en cuestión les ha parecido “interesante”, ellos no “entendieron nada”. Dicho sufrimiento melancólico ante lo visto y lo vivido es tan intenso e inexplicable que el deprimido en este caso no tiene palabras ni puntos de vista para interpretar y comprender lo experimentado por lo tanto es lógico pensar que se encuentra en la oscuridad. Cabe también recordarle a la gente melancólica que el mundo del Arte es muchas veces como el de la Mafia: sólo se matan entre ellos.

Sin embargo cuando el espectador logra permanecer ahí sin deshacerse en virtud del objeto de su encanto, abnegado y resignado; empieza a poder distinguir formas y hasta los matices que componen esa oscuridad. En el lenguaje activo lo blanco y luminoso se asocia con la creación, la invención y el descubrimiento. La producción cultural, tanto la llamada “alta” como la cotidiana puesta en libros, películas, vestimenta, sonrisas, chistes, juegos, recetas de cocina y ganas de vivir son el resultado de trances melancólicos. La paradoja es que lo “interesante” de la vida se hace con lo deslustrado.
Arthur Koestler nos habla sobre esta paradoja propósito del humor como acto creativo, la risa y sus causas:

“…La satisfacción supone siempre la existencia previa de una necesidad o apetito. La curiosidad intelectual, el deseo de comprender, se derivan de una necesidad tan básica como el hambre o el sexo: es el impulso exploratorio (vid. Libro Dos). Ese impulso hace que el ratón busque el camino en medio del laberinto del laboratorio sin que se le haya ofrecido una recompensa, y es en el campo humano un impulso primario hacia la investigación y la exploración. Su naturaleza “desinteresada” o “distante” -que hace que los científicos se queden absortos y se olviden hasta de sí mismos siguiendo los derroteros de la naturaleza- viene a menudo combinada con la ambición, vanidad y competencia. Pero esas tendencias autoasertivas deben verse restringidas y sublimadas para que se den las más espectaculares recompensas en tan lentas y pacientes tareas. Sin duda hay maneras más directas de afirmar el propio ego que con el análisis del ácido desoxirribonucleico…”

“…Cuando yo denomino a la invención o descubrimiento el arte más “neutral” emocionalmente hablando, no implico con dicha neutralidad la ausencia de emociones, es decir la apatía, sino que en él hay una combinación equilibrada de motivaciones sublimadas, mezcla en la que se limita la autoasertividad a realizar la tarea, y las otras tendencias a la especulación espontánea sobre los Misterios de la Naturaleza se ven igualmente sometidas a los rigores de la verificación objetiva.”

“…Hay un contraste obvio entre las reacciones emocionales del creador y del consumidor: la persona que inventa el chiste o la idea cómica raramente se ríe del proceso. La tensión creativa con la que trabaja no es del mismo tipo que la que se crea en la audiencia. El humorista está entregado a un ejercicio intelectual, a una acrobacia mental; aún cuando esté motivado por la inquina más acerba debe destilar y sublimar esta última. Una vez que da con la idea y construye la estructura lógica, el patrón básico del chiste (o acto creativo), usará los trucos del oficio, el suspense, el énfasis, la implicación, para modelar las emociones del público, para hacerle explotar en risas cuando el mecanismo sorpresa haga efecto sobre ellos.”

Se entiende entonces porqué el proceso creativo es tan melancólico y viceversa: quien está indignado, iracundo, rabioso es por lo común un “ejemplar corrector de anomalías” a la hora de una exhibición, pero para necesitar hacer algo, por ejemplo sacar cosas de la nada, inventar creencias, pintar fantasías, fundar paradigmas con los recursos de la Ciencia, el Arte y la vida cotidiana, (la cual es Arte y Ciencia a la misma vez) se requiere de verdad del desamparo, del desencanto de la melancolía. Para crear hay que carecer y el aburrimiento es por lo que escribí este texto.

Fernando R. Alemán Malespín
Artista visual y diseñador gráfico

No hay comentarios:

Publicar un comentario