martes, 15 de febrero de 2011

Del otro lado de la imagen: la elocuencia muda



A mi amigo Norlan Gutiérrez.

Veamos por placer. La invención de los tipos móviles de imprenta creó el imperativo de una alfabetidad verbal universal; por lo mismo, la invención de la cámara y de todas sus formas colaterales en constante desarrollo constituye un logro de alfabetidad visual universal que crea una necesidad educativa largo tiempo sentida. El cine, la televisión y los computadores visuales son extensiones modernas de un diseñar y un hacer que han sido históricamente una capacidad natural de todos los seres humanos.

El arte, y el significado del arte, la forma y la función del componente visual de la expresión y la comunicación han cambiado radicalmente en la era tecnológica, así mismo se ha producido una modificación correspondiente en la estética del arte, así como otras actividades humanas que también importan, incluso las que a usted no le importan. El carácter de las artes visuales y sus relaciones con la sociedad y la educación se han alterado espectacularmente, la estética del arte no ha permanecido fija, anclándose anacrónicamente en la idea de que la influencia fundamental para la comprensión y la conformación de cualquier nivel del mensaje visual debe basarse en improvisaciones no cerebrales. La expresión visual son muchas cosas, en muchas circunstancias y para muchas personas.

Aunque este escrito no pretende afirmar la existencia de soluciones absolutas para el control de un lenguaje visual, está claro que la razón central de su exploración es sugerir una de tantas formas de comprensión que tengan en cuenta la diversidad estructural del modo de pensamiento visual. Tal comprensión debe tener lugar con todas las capacidades humanas involucradas en el diseño y la creación de objetos visuales, desde la simple fabricación de herramientas y los oficios hasta la creación de símbolos y, finalmente, la creación de imágenes, en otro tiempo patrimonio exclusivo de artistas adiestrados, pero que hoy, gracias a la increíble capacidad de las cámaras y otros medios de reproducción digital, es una opción abierta a cualquier persona interesada en aprender un reducido número de reglas mecánicas. ¿Y qué decir de la alfabetidad visual? La reproducción mecánica del entorno no constituye por sí sola una buena declaración visual, así como el adiestramiento técnico en una determinada disciplina plástica no determina una buena obra.

La alfabetidad visual debe actuar de alguna manera dentro de esos mismos límites de conocer al menos sus parámetros básicos. No puede estar sometida a un control más rígido que la comunicación verbal, ni tampoco a uno menor (y además, ¿quién desearía controlarla rígidamente?). Tal vez solo con el propósito de generar identidad visual: un instrumento de auto reconocimiento personal y colectivo: lugares versus no lugares, generados a través de la imagen.

Recordamos un camino a través de las calles de la ciudad hacia cierto destino, seguimos mentalmente una ruta desde un lugar a otro, contrastando claves visuales, rechazando, volviendo atrás y haciendo todo ello antes de que procedamos realmente al viaje. Todo eso en nuestra mente. Es este mismo proceso de darle vueltas a imágenes mentales en nuestra imaginación el que nos lleva muchas veces al punto de ruptura y a la solución de un problema. El pensamiento en conceptos emergió del pensamiento en imágenes a través del lento desarrollo de las capacidades de abstracción y simbolización, de la misma manera que la escritura fonética emergió, por procesos similares, de los símbolos pictóricos y los jeroglíficos.

La evolución del lenguaje comenzó con imágenes, progresó a los pictogramas o viñetas auto explicativas, pasó a las unidades fonéticas y finalmente al alfabeto. Cada nuevo paso adelante fue, sin duda, un progreso hacia una comunicación más eficiente. Pero hoy son numerosos los hechos que indican un retorno de este proceso hacia la imagen, motivado nuevamente en la búsqueda de una mayor eficiencia. La cuestión fundamental es la alfabetidad y lo que significa en el contexto del lenguaje, así como qué analogías pueden establecerse con el lenguaje y aplicarse a la información visual. El mayor peligro que puede presentarse en el desarrollo de una aproximación a la alfabetidad visual es intentar sobre definirla.

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